En cinco años de trabajo lúdico TantaTinta publicó en las redes sociales más de mil ochocientas obras y ejercicios mostrando un lenguaje diverso, libre de solemnidades y recetas dogmáticas. El mayor talento de este taller no habita en la cosa técnica sino en la manera de encarar el discurso visual, porque prioriza el aprovechamiento y la defensa de todo permiso habilitante que pueda combatir la autocensura. Muchos se acercan al taller con cierta culpa si no cuentan con "una base previa", siendo que esta supuesta falta es a menudo una ventaja, por la ausencia de dogmas, atajos o fórmulas. Picasso proponía volver a la audacia expresiva de los niños, porque comprendió que la inocencia puede ser tanto o más potente que la experiencia.
La acuarela es una papa
Esta técnica tiene muchas bondades que la hacen apasionante. Es portable, útil tanto en un discurso fresco o uno elaborado, intenso o sutil, gestual y veloz o detallista y preciso. Colegas y estudiantes añoran incursionar en la acuarela pero la consideran en general una técnica difícil. El principal motivo de este prejuicio –al menos acá, donde los buenos materiales son importados y caros– es que uno ejecuta sus primeras manchas expresivas con acuarelas escolares de calidad muy pobre, un pincel mediocre y un block de papel que en su cubierta miente la leyenda "para acuarela", y que en la práctica no sirve para nada. Así, uno pretende aprender a manejar un auto subido a una bicicleta. A nadie le gusta cocinar con un cuchillo desafilado, y después de algunas pinceladas el aprendiz se frustra y abandona. Para pintar con acuarela no necesitamos conocimientos previos ni grandes maestros; para disfrutarla en toda su magnitud –su transparencia, su intensidad cromática, la diversidad y sutileza expresiva con que mancha el soporte al secar–, alcanza con la compra de tres o cuatro pomos de acuarela de estudio, un pincel de fibra Toray de mediana calidad y una hoja de papel de puro algodón. Serán caros, pero nos darán alegría. Recordando a Picasso, buscaremos entonces pintar sin pudor, en un lenguaje amplio que rompa –o no– con el estereotipo de la clásica acuarela de paisaje al estilo inglés. Más tarde podremos divertirnos incursionando en el uso de acuarelas sólidas –lápices, crayones, minas y barras acuarelables–, o acuarelas líquidas –tintas al agua que permiten colores más intensos–, o agregando tinta china, sal, cera, purpurinas, etc. Los materiales hidrosolubles no son un límite, sino una excusa poderosa para la experimentación plástica. El trabajo sostenido y algún que otro video en la red harán el resto.
¿Por qué tantas palabras? Porque creemos que la mejor manera de consumir arte es practicándola (haciéndola, creando), y la acuarela es una práctica accesible a pesar de su mala fama. Queremos que la acuarela ocupe nuevos espacios; que le pertenezca a toda la gente, que se enseñe en las escuelas y en las universidades, que se ponga de moda en las galerías, los bares y las casas. Todos los días publicamos acuarelas con el anhelo de entusiasmarte.