Discurso de Vladimir Merchensky, jurado en el Salón Nacional del Centro Cultural Sampedrano, en Honduras
Parte del evento que conmemoró el Salón Nacional de Arte del Centro Cultural Sampedrano, en Honduras, en su edición trigésimo primera, y que también conmemora el bicentenario de la Independencia de esa nación. Aquí, las palabras de Vladimir Merchensky:
Celebramos hoy el Salón Nacional de Arte en su edición trigésimo primera, y conmemoramos también el bicentenario de la Independencia de Honduras, nada menos.
En primer lugar, es mi deseo felicitar y agradecer a todos los participantes de esta convocatoria, y contarles que estoy fascinado con la calidad extraordinaria de obras con que me he encontrado en este evento. Quiero agradecer profundamente a las autoridades y al comité curatorial del Centro Cultural Sanpedrano por el honor de jurar para este maravilloso premio, en esta oportunidad tan especial. Quiero agradecer a los jurados que me acompañaron, a Ligia Kopper de Costa Rica y a Francisco Javier Melero de España. Dos personas encantadoras de las que ha sido un gusto enorme aprender y compartir. Celebro muy especialmente las más de 30 obras expuestas actualmente en la Galería Colibrí, y a los ganadores del salón.
En vistas de que el año pasado la situación sanitaria global no permitió al Centro Cultural organizar este evento, en lugar de 3 menciones este año nos permitimos otorgar 6 menciones de honor. Entonces, agradezco en especial a estas siete personas, a estos siete artistas con mayúsculas, que reciben hoy el reconocimiento del Salón Nacional del Centro Cultural SanPedrano:
A Angie Bonilla que siendo joven homenajea y honra a los maestros plásticos de anteriores generaciones, y compone su obra con carácter y compromiso.
A Gerardo Torres por su sensibilidad para conmovernos honrando a los trabajadores de la tierra con oficio plástico.
A Wálter López por ese equilibrio tan complejo que logra entre el vigor retórico y el dominio técnico.
A Marcio Arteaga por el dinamismo con que trabaja la coma impresionista, por la riqueza de sus silencios y la fuerza de su mensaje.
A Miguel Núñez por la excelencia de su trabajo en cada detalle, por el valor argumentativo y la potencia plástica que logra.
A María Irías por la deliciosa carga psicológica de su discurso visual y la eficacia para integrar al soporte un argumento tan Junguiano.
Y finalmente, a la ganadora del primer premio, Pamela Letona, por la solvencia con que compone esta maravillosa y desgarradora obra plena de matices , plena de recorridos y lecturas. Un trabajo sofisticado, complejo, potente y singular.
Mis sinceras felicitaciones a ellos. En las artes, como en la vida misma, siempre es más sencillo opinar que hacer (que producir), por lo que mi trabajo quedará debidamente escondido tras mi admiración a ustedes, los participantes y premiados. Felicitaciones, y muchas, muchas gracias. Un abrazo muy grande desde Buenos Aires.
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