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Nota en AzúcarMag

Vladimir Merchensky, el artista docente

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No hay inicio en esta historia. Vladimir Merchensky pinta con acuarela desde siempre, y hasta el momento no ha parado. Hoy recuerda esas pastillitas escolares de la West Germany que solían acompañarlo y reconoce que, si bien tuvo maestros como Carlos Gorriarena o Marta Rodríguez Carrera (profesora que lo impulsó a pintar), debió recolectar información sobre la acuarela con cuentagotas. Por este motivo, manifiesta que encontró su lugar en el mundo: no sólo pinta con un estilo y una paleta muy propios, sino que también se dedica a enseñar esta técnica de la que pocos saben.

Tiamat Pardes - Tinta y acuarela sobre papel de algodón - 36 x 13 cm cada pieza

Por más de que esto suene un poco romántico o casi kitsch... –dice Vladimir– se debe salir del bunker del artista, de esa cosa heredada del romanticismo europeo (el artista como sujeto egoísta y sufriente). El artista es un comunicador, que no está haciendo terapia. Está queriendo compartir ideas a partir de un discurso visual en lugar de un discurso hablado. Es una persona que comparte, un ser social, gregario, que sale al mundo y que necesita del otro no sólo para recibir el aplauso o la crítica sino también para compartir, como quien comparte el amor, una película o una poesía.

El trabajo grupal es elemental. Lo añora, lo cree necesario y sano, pero confiesa que la convivencia en la creación es algo difícil.

Búsqueda

Su obra es sumamente interesante. Vladimir menciona que decidió incursionar en cuestiones que la acuarela tradicional inglesa desechaba: en las academias decimonónicas se creía, por ejemplo, que el negro ensuciaba el color, por eso, para generar sombras se utilizaba el gris Payne (creado por William Payne). En suma, acuarelas como los paisajes de Turner (aunque muy buenas), tenían una limitación con respecto a la intensidad del color. Frente a este panorama, Vladimir no sólo resuelve desaturar a negro, sino que también logra generar colores intensos con el uso de tinta china, sin herir su transparencia (dogma esencial de la acuarela) agregándole una última capa de anilina. A su vez, busca fundar de a poco lo que él llama valorismo sintético, es decir, un sistema de representación cuyo gradiente (una línea que de un lado es dura y del otro lado, va esfumándose a blanco), que ya se utilizaba en las estampas japonesas, otorga legibilidad a los planos.

Docencia

Es didáctico al explicar. En su colorido taller Tanta Tinta, me muestra borradores, me señala imágenes en la computadora, y me marca un libro. Él mismo dice privilegiar el rol docente y define su práctica de la siguiente manera: La docencia bien entendida no es bajar línea. El docente acompaña un proceso personal. La persona viene con una capacidad expresiva que ya trae pero no la reconoce. El buen docente te hace valorar tu propia capacidad expresiva.
A continuación, comentando sus experiencias como profesor, expresa: Para mí el ser humano es artista y el sistema educativo se dedicó a inhibirnos y a cobrarnos un derecho de piso para que muy pocos entren en ese lugar. Según Vladimir, la capacidad creadora es innata pero la moralidad y los cánones impuestos paralizan al adulto. A la gente le pedís que dibuje, y prefieren que les pidas que cocinen un huevo frito (...) -ironiza-. Es triste, porque si no te das ese permiso, ¿quién te lo va a dar?

Volviendo a su obra, le pregunto cómo es su propio proceso creativo: Generalmente voy a estar pintando en una posición horizontal. Es decir, sobre una mesa...no voy a trabajar sobre caballete. Y trato de trabajar con tamaños diversos de papel, no sólo el pequeño formato como Xul Solar. Puedo, también, ir a un trabajo de dos metros porque monto el papel sobre una tela, con una cola de PH neutro (que no cambia el PH del papel) y uso un marouflage, que es una manera de utilizar la acuarela en grandes formatos sin que se ondule el papel. Y sí, en un taller con determinada cantidad de luz porque necesitás leer el agua. La acuarela exige eso. Pero no necesito demasiada concentración para pintar, yo puedo estar pintando mientras charlamos. No necesito trabajar con una modelo, ni estar en una situación introspectiva, ni en silencio. No hace falta ninguna cuestión romántica, no necesito que venga la Musa y me inspire... Yo me siento y trabajo mucho.

Por otro lado, insiste en la importancia de los materiales: Si vos vas a pintar con acuarela, no necesitás un docente sino buenos materiales. El papel es fundamental. Vos tenés que usar papel cien por ciento algodón. (...) Y de acuarelas, necesitás utilizar una línea de estudio, no podés usar una línea escolar.

Fuentes

Continúo ¿De qué autores, pintores, experiencias o memorias solés apropiarte? Hace mucho me apropié de El arte de amar de Eric Fromm –contesta–, me apropié de El Principito, me apropié de Julio Verne, me apropié de Jack London, de la colección Robin Hood de mi infancia y de la serie infantojuvenil Elige tu propia aventura. "Yo nunca tuve tele, entonces leía mucho y era muy nerd en un pueblo donde ser nerd era mucho más raro que ser nerd en una ciudad". Recomienda, por otra parte, a maestros acuarelistas como Xul Solar (“en primerísima primer instancia”), y artistas que alimentan la acuarela contemporánea como Hundertwasser, Goodrich y Torres García.

A su vez, menciona que si bien es difícil elegir una temática, no se “casaría” con una en particular y que en este momento tampoco es su prioridad: En esta época de mi vida busco desarrollar mi técnica. Entonces, la temática se subordina a la técnica para que yo pueda investigar determinadas cosas. Sin embargo, agrega lo siguiente: Cuando elijo una temática no va a ser ornamental, quizás necesito ir hacia un lugar que sienta que me pertenece de algún modo como Latinoamérica precolombina, Oriente, algún elemento ruso o persa o iraní. Por una cuestión de mixtura, de sincretismo... No obstante, le producen rechazo los mensajes “con un exceso de retórica”, es decir,cualquier cosa que subestime al lector.

Colegas y críticos

Vladimir, además, critica la hipocresía de los mismos artistas: –Ahora estoy haciendo un cartonero con la ciudad de Buenos Aires a cuestas, y esto tiene que ser una cuestión estética y no una demanda social barata porque para eso hay personas que lo hicieron de una manera más seria como Berni. Hay cierta tendencia en el artista a generar denuncias desde un lugar muy cómodo, como el niño burgués intelectualoso que vive en Colegiales mientras su padre le paga el alquiler (...) Si somos de izquierda, seámoslo en serio; con un cartelito que dice “Fuera Bush” no se iba a ir a ninguna parte Bush. Entonces, yo elijo no hacer esa demanda.

Y no sólo eso. Vladimir cuestiona el rol del crítico y las “mezquindades” del mercado del arte. Por un lado, cree que el discurso visual no necesita de la palabra, no le gusta que le expliquen sus pinturas y que los críticos necesiten de un abstract para establecer la validez de un artista plástico. Por otro lado, si bien se siente orgulloso de haber realizado recientemente una importante muestra en el Centro Cultural Recoleta (vendiendo un 10 por ciento del total de sus obras), puntualiza que en Buenos Aires el mercado del arte es pequeño y periférico. Le interesaría algo más pretencioso que su propio éxito personal en el mercado del arte.  Su anhelo es generar un movimiento alrededor de la acuarela. De esta manera, Vladimir Merchensky, artista y docente incansable, otorga un delicado cierre a este encuentro: es momento para sembrar...