Texto curatorial para Gonzalo Cid
El 6 de noviembre de 2021 mi querido amigo y maestro Gonzalo Cid inaugura su muestra de acuarelas (que recomiendo fervorosamente visitar), y me ha regalado el honor de reseñar su obra. Aquí, el texto:
La fuerza pictórica de la sombra
La crisis que desencadenó dos siglos atrás la invención de la fotografía en la pintura todavía nos enseña a saborear aquellos lenguajes plásticos donde la figuración cede a una síntesis gestual y a un relato ambiguo de intuición artística. Como muestran Umberto Eco o Herbert Read, el arte de toda la modernidad supo habitar ese mensaje abierto y podemos ver que muchos acuarelistas lo repiten hoy como un rictus mecánico, pero pocos se lo apropian desde el oficio y portan esta variable con voz caudalosa.
Para un voyeur de lecturas lineales Cid será un narrador elocuente de arquitecturas y habitantes, burgos y proles. Pero esa pulsión objetiva de la mano necesita felizmente ahorrarnos la letanía de descripciones pictóricas y corroe las formas obvias para urdir sus entresijos. Con un trabajo obstinado por desmigajar la técnica, el pincel de Cid destila una ceniza trashumante y propositiva sobre los espacios y las gentes que visita. Calles, edificios, patios y columnas funden y convergen en la voz del gris. En esa embestida hermenéutica del mundo circundante, dinteles y arcos consienten una borrasca manifiesta de penumbras fragorosas. El rigor geométrico del ingeniero aporta el dominio justo y parcial del detalle arquitectónico pero otros elementos plásticos cumplen una función más silenciosa, trascendente y voraz. Planos umbríos y gestos de erosión son el barro primigenio para una mitología paralógica de sombras estructurales.
Estamos habituados a celebrar la luz, pero es la sombra la que construye persistente y polifónica este espacio que habitamos con nuestros ojos abiertos.